Antes del siglo XVIII, en el que se instituye la infancia como
clase específica y aparece la escuela como institución normativa de
instrucción, el aprendizaje se realizaba o bien en el ámbito del hogar en las
clases altas, o bien en el ámbito del trabajo (el taller del artesano) en las
clases menos favorecidas. Con el advenimiento del estado moderno (el estado
nación), la escuela pasó a absorber una parte considerable de la instrucción
necesaria para la formación de sujetos socialmente instituidos como trabajadores
y ciudadanos, llegando incluso a la realización del proyecto ilustrado de
educación universal obligatoria. Este proceso económico y social marcó una
delimitación clara entre los ámbitos de la educación, el aprendizaje y la
formación por un lado, y los de la producción por otro, un esquema que funcionó
tanto en la economía capitalista como en la socialista. Los cambios provocados
por el declive de los regímenes de gobierno socialistas a partir de 1989 y por
la incorporación al capitalismo de la práctica totalidad de las economías
mundiales, unidos a la globalización generalizada y facilitada por la
emergencia de medios de generación y distribución de conocimiento
deslocalizados o descentralizados, ha provocado transformaciones a todos los
niveles, incluyendo el del aprendizaje, que este curso pretende investigar en
su dimensión arquitectónica. Ante un objeto de estudio tan abrumador el
TallerUAH propone una serie de bloques temáticos de proyecto organizados por
grupos de edad, de modo que puedan abordarse las problemáticas del aprendizaje
y sus cambios de modo ordenado, en compartimentos temáticos claros, tratando en
cada bloque temático una serie de cuestiones de proyecto específicas:
El adolescente y las
redes P2 OTEGUI
La virtualidad social incorporada por las redes sociales está
produciendo cambios profundos en los comportamientos de los adolescentes, pero
la arquitectura de las escuelas y de los hogares sigue prácticamente intacta
ante estas transformaciones de las conductas de sus usuarios más jóvenes. La
alta permanencia en el trabajo de los padres en horarios laborales muy
extendidos, sumado al incremento de la movilidad, ha provocado que las escuelas
hayan desarrollado una especie de carta de servicios que incrementa
considerablemente la presencia del niño y el adolescente en los espacios
normativos de formación y que por consiguiente disminuya la interacción entre
los miembros de las familias. El adolescente tiende a prolongar indefinidamente
esta socialización con sus iguales mediante las redes virtuales desde el hogar.
Se pueden proponer dos alternativas experimentales a esta situación desde el
ámbito arquitectónico: la primera es incorporar a las escuelas nuevos espacios
de convivencia intergeneracionales en los que los padres puedan implicarse más
en la formación de los hijos, la segunda es la implementación de los hogares
con espacios de socialización para los adolescentes, compartidos con adultos,
que pasa por una reconsideración radical de la vivienda colectiva.
El joven y el acceso al trabajo
P3 VERDASCO
En la actualidad la condición de ciudadanía la da, por encima de
cualquier otra consideración, la de ser trabajador. Al margen de una valoración
de esta modalidad social, que escapa al marco de este curso, la arquitectura
puede y debe realizar aportaciones que relativicen el trauma que supone el
ritual de la formación del trabajador. Para ello se propone una revisión del
ideal del campus, que a su vez es una revisión del monasterio y del internado,
donde el joven se encerraba y se apartaba del mundo para preparar su ingreso en
el mundo adulto del trabajo. El campus universitario se presenta bajo dos
modelos arquitectónicos bien distintos: aislamiento y dispersión. Se propone
investigar sobre estas dos modalidades de factoría educativa superior para
contrastar sus arquitecturas y para proponer modelos de espacios de aprendizaje
profesional nuevos en lo que se refiere a sus relaciones con el resto del
tejido urbano.
El anciano y la conservación de
los saberes P4 Y P5 MARTÍN/COLLADO
Cuando la esperanza de vida se alarga el margen temporal de la
existencia no productiva del individuo se convierte en un problema de estado
que las actuales políticas han resuelto de manera muy poco imaginativa,
simplemente eliminando recursos y dejando en manos de un mercado muy voraz el
asunto, que no contempla el rol del anciano como posible productor. En este
marco el anciano ve limitada su acción social a dos ámbitos que cobran una
creciente importancia, y que incluso pueden convertirse en nichos de mercado
por sí mismos: el cuidado familiar y el apoyo económico. Por una parte el
anciano es contemplado como un mero consumidor de recursos, cuando en realidad
opera en muchas ocasiones como un agente productivo en la sombra. El ritual del
retiro aparta al anciano de la sociedad de modo muy radical y le impide el
acceso a estímulos que lo resituarían como un agente social activo y necesario.
Al ampliarse tanto la duración de la fase no productiva resulta posible
reconsiderar al anciano como consultor y experto a todos los niveles, así como
resulta posible proponer que los ritmos vitales del anciano, más lentos que los
del agente productivo activo, tengan su propio lugar en el tejido social
proponiendo espacios arquitectónicos que, por su especificidad, deben permanecer
al margen del ámbito laboral pero no ser encerrados en el hogar.
El niño y el juego P6
QUESADA/PÉREZ ROMERO Y P7 MURADO
Más allá del modo en que se configura la escuela infantil, que
obedece a sistemas de aprendizaje específicos que afectan al número de niños en
el grupo, el tipo de actividades y a las relaciones con el maestro y entre los
propios niños, puede pensarse que la espacialidad infantil afecta a ámbitos
construidos que se derraman fuera de las pareces de la escuela y afectan a los
espacios públicos de las ciudades. Pensar la calle, o una parte de ella, como un espacio para el
despliegue de las actividades de los niños puede ayudar a transformar sus modos
de socialización, que tienden a encerrarse en los hogares o en espacios
cerrados, sean privados o públicos, muy especializados. Los sistemas de
aprendizaje no normativos, por ejemplo las propuestas de John Dewey o de María
Montessori, o en España el Instituto Libre de Enseñanza, fueron motores muy
importantes en el desarrollo de la arquitectura moderna que pueden ser
investigados en este contexto de cara a proponer modelos arquitectónicos para
el niño que aporten una mayor riqueza espacial a los espacios públicos de las
ciudades contemporáneas, en las que la presencia del niño tiende a ser
dificultada.